Si alguna vez tropiezo con viejas fotografías de mi infancia , lo que hace mucho que no sucede , siempre me sorprende y molesta el mismo , obsesionante , rasgo. En todas ellas - diez , veinte fotografías que me retratan desde la pila bautismal hasta los seis o siete años de edad - aparezco con la misma e insoportable sonrisa. Siempre es igual , idéntica, como si se tratara de una máscara y fuera independiente de mi verdadero humor. Este signo inequívoco de vileza ha determinado mi vida , una de las más desdichadas que conozco , y siempre en la misma dirección ; desde mis primeras intuiciones supe que estaba obligado a simular una constante felicidad, y que semejante rasgo iba a ser lo que me permitiera sobrevivir; la única fortaleza en donde podría sentirme a salvo de innumerables ataques de que iba a ser objeto. Una simulación de felicidad terca y constante me ha permitido , en efecto , llegar con vida al día de hoy , pero a costa de los mayores sufrimientos y de un hastío infinito. No obstante , prefiero no imaginar lo que habría sucedido de haber mostrado a cara descubierta hasta qué punto ni era feliz , ni falta me hacía.
Félix de Azúa
Y yo me hago una pregunta ,¿ Nos pasa lo mismo a nosotros ? , es simple la pregunta. Tenemos por sistema sonreir siempre y mostrar a la gente que somos felices pero ¿ Es verdad o es solo una máscara que nos ponemos para simular nuestros verdaderos sentimiento ?
No hay comentarios:
Publicar un comentario